Sin
embargo, pronto comprendió
que estaba en el
charco de lágrimas
que había derramado
cuando
medía casi tres
metros de estatura.
¡Ojalá no hubiera
llorado tanto! -dijo Alicia,
mientras nadaba a
su alrededor,
intentando
encontrar la salida-.
¡Supongo que ahora
recibiré el castigo
y moriré ahogada en
mis propias lágrimas!
Lewis Carroll
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