sábado, 19 de marzo de 2016

DEJA EL PASADO ATRAS VIVE Y SE FELIZ


La vida no te enseña a amar, eso nace de la persona y ella debe saber cómo hacerlo, cuando hacerlo y sobre todo, dejarse amar. La soledad es muy triste, pero más triste es estar con alguien y sentirse solo, ir con alguien y hacer las cosas solos, ¿es preferible estar solo, o seguir amando a una persona que te hace sentir solo?

Es cierto que hay personas que son difíciles de entender pero, detengámonos a pensar: todos y cada uno de nosotros somos diferentes, por lo tanto debemos apreciar a las personas tal y como son y si no llegamos tener una aceptación mutua lo mejor es alejarse. Porque si no valoramos, aceptamos y amamos a las personas como son, nunca seremos nada, nos encontraremos rodeados de soledad, no tendremos amor y menos podremos amar a nadie.

NO TE MERECE

No puedes hacer que nadie te ame sino dejarte amar,
lo físico atrae, pero la personalidad enamora,
y quien no valore lo que tiene,
algún día se lamentará por haberlo perdido…

Recuerda, a veces a quien menos esperas
es quien te hará vivir buenas experiencias

Un día comprendí que un silencio vale más que mil palabras
que tomar una mano no significa atar un corazón,
que no se debe correr detrás de alguien que siempre huye de ti,
que el amor te lo deben demostrar,
no se debe mendigar y,
cuando dos personas están destinadas a estar juntas
no importa el tiempo ni donde estén,
o con quien estén,
tarde o temprano se encontrarán…
Cuando ames a alguien y sientas
que para mantener a esa persona a tu lado tienes que sufrir,
sacrificar tu esencia y hasta rogar…
Aunque te duela, retírate.
Y no tanto porque las cosas se tornen difíciles,
sino porque quien no te haga sentir valorado,
quien no sea capaz de dar lo mismo que tú,
quien no pueda establecer el mismo compromiso,
la misma entrega…
Simplemente: NO TE MERECE.



Cristian Testa.



Se busca un amor…


Se busca un amor… para toda la vida, quizás. Que me devuelva las ganas, la ilusión y el placer de volver a amar. Que me inspire en mis letras con su pasión, con su amor, con sus peleas.  Que saque de mí la intrépida mujer que llevo dentro. La cursi detallista que hace un tiempo quedó sin deseo.

Que me vuelva su musa, su amante, su amor. Que devuelva a mi cuerpo las ganas de hacer el amor. Que me brinde seguridad y confianza. Que me deje volar, que nunca desee cortar mis alas. Que me aliente cuando fallo y me ame aun con mis errores. Que me bese las cicatrices en donde alguien más causó dolores. Que no juzgue mi pasado ni me reste valor. Que sepa cuánto valgo y me brinde lo mejor.

Que no me siembre dudas ni me dé preocupaciones. Que sea un hombre maduro que no desee andar de picaflores. Se busca un amor que ya este cansado de buscar. Que haya recorrido lo suficiente para que al fin se desee estacionar.
No busco un amor que pague mis cuentas o que me rescate de un castillo como en los cuentos de princesas. Tampoco para que camine detrás de mí sino a mi lado. Mucho menos para cuidar de una casa, pues construirla juntos es lo que tengo muy claro. No deseo que me cele o me cuestione cada paso que doy, pues no soy de las que permiten que corten sus alas por la inseguridad de alguien más.
Se busca un amor que desee también ser un compañero de vida, alguien que desee caminar de mi mano. Que me ame y me deje amarlo. Un amor que me respete y me valore y me permita ofrecerle lo mismo, ni en más ni en menos proporciones, siempre lo justo. Un amor que me permita crecer y desee tenerme en sus momentos de crecimiento.


Se busca un amor dispuesto a llenarme de detalles, no quiero regalos caros, sino pequeños obsequios que para mí serán muy grandes; tal vez una flor, hacerme el desayuno, una carta y porque no un chocolate, un beso, un abrazo y una caricia que más me hagan amarle.

Busco a alguien humilde de corazón, que tenga la capacidad de realzar, admirar y cultivar mis virtudes y así mismo me ayude con mis debilidades, que nunca quiera pisotearme, criticarme o hacerme sentir menos por ellas, que al contrario, me ayude a trabajarlas y mejorarlas. Así mismo quiero que él se muestre conmigo tal cual, sin caretas y que juntos nos aceptemos y complementemos cada día que habremos de pasar.

Quiero alguien que sea mi soporte y mi balance. Un amor que en la cama logre desarmarme. Un pervertido que sea solo mío y que me incite a ser en la cama esa mujer que todos han de querer pero que solo él ha de tener. Que fuera de casa me de mi lugar y me trate como una dama. Que nunca pierda los modales y que se muestre como un caballero en todo lo que hace.

Se busca un amor que esté dispuesto a protegerme incluso de mi misma y me permita protegerlo como a un niño en sus momentos más vulnerables. Un amor que sepa lo que necesito sin necesidad de preguntarme y es que no será necesario porque se dará la tarea de estudiarme a diario y de conocerme a través de mis gestos, mis actos, mis sueños y de todo lo que hablo.

Se busca un amor que me ame por lo que soy

Que no se sienta un Dios con derecho a juzgarme, que no le importe mi pasado y aun sabiéndolo continúe amándome. Un amor que confíe en mí y me cuente sus más oscuros secretos. Que me comparta sus miedos, sus anhelos y también sus proyectos. Que me incluya en su plan de vida y que no tema que yo lo incluya a él, y es que para amores pasajeros no necesito andar buscando, así que lo piense bien.

Yo no busco lujos, simplemente un amor con quien construir un hogar. Alguien que desee caminar conmigo sin miedo a la dificultad que se nos pueda presentar. Alguien valiente que luche de mi mano y que si ha tropezado se apoye en mí para poderse levantar. Un hombre hogareño que desee una familia y una mujer con quien crecer.
Se busca un amor dispuesto a conquistarme y reconquistarme las veces que sean necesarias. Alguien que nunca me sienta segura y que no tenga la necesidad de buscar por fuera lo que conmigo tendrá. Porque si algo sincero le ofrezco se llama fidelidad.

Un amor que sepa pedir perdón si falla, que reconozca sus errores y aprenda de ellos. Que nunca se muestre soberbio, altanero y que tampoco pretenda ser un hombre perfecto. Pues yo busco un amor imperfecto pero perfecto para mí. Alguien con quien conecte como pareja, como amante, como amigo, compañero y cómplice. Que realmente asuma el compromiso de esforzarnos cada día por dar lo mejor que podamos durante el tiempo que ambos deseemos caminar tomados de la mano.


No quiero un romance de Disney, algo tan perfecto que me aburra y me incite a irme. Busco un amor perfectamente imperfecto que con solo verlo me haga temblar de nervios. Alguien que ponga en desorden mis días y que revolucione las mariposas de mi barriga. Que tambalee mi mundo por segundos y que me ayude a estabilizarlo cuando siento que me hundo. Un amor que sea mi tempestad y mi calma. Un loco enamorado que se esfuerce por robarse hasta mi alma.




viernes, 4 de marzo de 2016

No hay peor despedida que la que nunca tuvo explicación


Hay muchos tipos de finales: unos que nunca llegan, otros que se repiten: finales con nuevos comienzos; comienzos con finales escritos, hay finales felices y otras veces difíciles, y los hay también de los que llegan sin avisar, sin una explicación, sin que te dé tiempo a decir adiós. Este último quizás sea el más desleal, egoísta y doloroso; en el que el silencio es la última palabra y tu imaginación la única conocedora de una explicación
Las mejores cosas suelen llegar a nuestra vida por “casualidad” (o mejor dicho por “causalidad”), sin buscarlas. Las bienvenidas siempre son casuales y rara vez buscamos una explicación, nos conformamos con creer que ha sido cosa del destino o pura coincidencia. Pero cuando alguien se va, cuando llega la despedida, necesitamos verla, escucharla y sentirla para creerla, pero, sobre todo, necesitamos entenderla. Y es el ¿por qué? la pregunta cuya respuesta buscamos sin cesar, convirtiéndola en la única salida, en el único camino posible para seguir avanzando sin mirar atrás.
Hay personas que son capaces de matarte con sus silencios, te entierran sin epitafio, te dejan si un adiós, ni siquiera un “lo siento, ya no te amo” o “no fuiste lo que esperaba”, o simplemente un esto ya no puede continuar. Pero, si hubo algo bonito ¿por qué estropearlo con un final tan absurdo? Por qué terminar todo así, a lo cobarde, con lo fácil que es decir “he sido feliz”, pero se acabó.
Todos sabemos que todo principio tiene un final, que es importante saber reconocer el momento de acabar algo que ya no aporta valor a tu vida, que ya hemos dado cuanto podíamos dar, que hemos aprendido lo necesario y que el punto final es inevitable, pero lo que nadie merece es un final así, lleno de silencios. El hecho de una “despedida sin explicar por qué” es una actitud agresiva y fundamentada en el temor, ya que generalmente las explicaciones en medio de un estado de desorden emocional no suelen ser positivas, y además el que se marcha no quiere que lo detengan.
Es verdad que tenemos la mala costumbre de siempre querer apalabrar lo evidente, buscamos siempre explicaciones racionales, pero cuando somos capaces de ver más allá de lo evidente, nos damos cuenta que hay señales que anuncian una despedida. Dicen por ahí que hay preguntas que no tienen respuestas, pero no, eso  o es verdad, todas las tienen, pero no las queremos ver porque nos da miedo de no ser capaces de cerrar la puerta y marcharnos o dejar marchar al que se quiere ir. Muchos se hacen los ciegos a la realidad, no necesitas explicación cuando la realidad siempre la tuviste de frente… y no la aceptaste!!
El hecho de que no te den una explicación da lugar a “llenar esa incertidumbre” con pensamientos y diálogos internos, Nos da por ser abogados y fiscales. Lo culpamos y posteriormente lo defendemos, nos culpamos y nos damos cuenta de que somos inocentes y libres de cargo. Pero lo único que hay, es lo que sabes y los diálogos internos lo único que logran es hacernos daño.
El ego es otro personaje que hace su entrada triunfal a la escena, nos pide siempre una respuesta, el querer controlar todo, el buscar el por qué pasó eso, el querer forzosamente una explicación, y es que para nadie es agradable sentirse desechado así nada más.
Pero, y si te preguntas ¿qué tengo que aprender de esto? Pues es justamente esto. Que hay veces que las cosas pasan y que no necesitamos saber por qué. Claro que duele, y mucho! Y sólo con el tiempo te das cuenta que si alguien no tuvo el valor de darnos un “¿por qué?”, fue mejor que se marchara antes de incluirlo en proyectos más grande de nuestra vida en donde la falta de valor no tienen cabida.
No hay nada más bello y más respetable que una persona sincera, que no se anda con rodeos y le gusta aclarar todo, que desde un principio nos hace saber dónde estamos parados en una relación. Siempre será mejor saber con certeza qué sucedió por doloroso que sea.
Y aunque no hay adiós más triste que el que no se dice, ni se explica, ni se entiende, la verdad es que el más triste de todos es el que no queremos ver. Nunca es buen momento para decir adiós, pero siempre, es necesario.
“Cuando decimos y aceptamos el adiós, cerramos una puerta para abrir otra que permitirá la entrada a otras cosas positivas en nuestras vidas.”

Karla Galleta


jueves, 3 de marzo de 2016

A quien te dejó marchar


Leí una vez, que cuando no podemos expresar nuestros sentimientos porque las palabras se agolpan en la garganta, cuando no nos va a escuchar quien tiene que hacerlo o cuando, simplemente, es mejor quedarse en silencio, lo mejor es escribirlo. Y funciona. Me funcionó en su momento. Hoy, me he visto reflejada en las pupilas de un desconocido y me he reconocido, tiempo atrás, en una situación similar. Por ello, he escrito estas letras. Para todas aquellas personas que necesitan decirse algo a sí mismas y a alguien en especial.

No se trata de rencor, no se trata de querer y no poder. Que no queremos cambiar nada y de nada serviría poder hacerlo. Simplemente, se trata de leer estas palabras, y sobre todo, de que alguien las lea. Porque en algún momento de tu vida, alguien te dejó marchar, y aunque haya llovido bastante desde entonces y sus huellas se hayan borrado por completo, de vez en cuando, recuerdas que un día alguien te dejó marchar. Y hoy, simplemente, quieres darle las gracias porque sin él, o sin ella, y esos días grises, hoy todo sería diferente. Por lo que, a quien nos dejó marchar le doy las gracias, por habernos construido.

Hubo días malos. No vamos a fingir que no ha sido así. Hubo días muy malos. No sé si los hubo para ti, me imagino que sí. Cuando algo se acaba, aunque una de las partes esté totalmente convencida, siempre duele. No porque tengamos alguna duda, ni porque no lo deseemos, sino porque en algún momento, cuando todo comenzó, pensamos que el final no llegaría nunca. Y sin embargo, llegó, porque todo acaba, de una manera u otra.

Pero también hubo días buenos. En los que comparas, y te das cuenta de que tal vez es mejor así. Y que, probablemente, hubiera sido mejor así desde hace más tiempo del que queríamos creer. Que nos aferramos tanto a algo, simplemente por rutina o por comodidad, que olvidamos todo lo bueno que nos estamos perdiendo. Y me resulta sorprendente, cómo una persona puede cambiar por su pareja, moldearse hasta perder su esencia y volverse en blanco y negro, perder todo el color.

No te deseo nada malo, de hecho, espero que encuentres el amor y, que esta vez, no tenga punto final. Digamos que este es momento “Someone like you” de Adele pero, bromas aparte, has de saber que no hay aversión en mis palabras. Que, simplemente, las cosas no siempre salen como queremos. Que esa frase de “no eres tú, soy yo” tiene más sentido de lo que queremos creer. ¿Que qué pasó? La vida. De nada sirve estar con alguien por pena o compromiso, simplemente es alargar lo inevitable. Has de saber también, que las cosas se pudieron hacer mejor, pero que tampoco es fácil. Que los hechos se van desencadenando un poco al azar y otro poco con la mala suerte.

No lo sé. No sé qué pudimos haber sido. Y ahora, la verdad, no me importa. Me importó en su momento, y esa idea rondó por mi cabeza hasta que mi imagen de ti se difuminó y se perdió entre mis recuerdos. Porque, si algo tengo claro, es que siempre permanecerás ahí, en alguna parte de mi memoria, como alguien especial. Que si nos encontramos, no quiero que actuemos como desconocidos, porque si algo duele realmente es fingir que algún día no fuiste importante para mí.

Pero alguien ocupó tu lugar. No tiene por qué ser una pareja. Tal vez fue una amiga, un amigo, tal vez un familiar, un compañero, un hobby. Y, obviamente, alguien ocupó el mío. Y así es como ha de ser, no quiero huecos vacíos en ningún corazón. Pero también tengo que decir, a quien me dejó marchar, que es una decisión con la que tendrás que cargar el resto de tus días. Que puedo prometerte, que jamás encontrarás alguien como yo, al igual que estoy segura que nunca conoceré a nadie como tú. Porque todos somos únicos, inigualables, especiales desde los pies a la cabeza. Que nadie te volverá a mirar con los mismos ojos, ni te sonreirá de la misma manera. Que nadie volverá a hacerte reír del mismo modo. Ni a hacerte llorar. Y tal vez, en algún momento, cuando creas que me olvidaste, alguien pasará a tu lado con mi perfume y durante unos segundos volverás tiempo atrás. Y pensarás. Pensarás en mí.

¿Sabes qué creo? Que un día cualquiera, una mañana cualquiera, después de un tiempo, te despertarás con alguien a tu lado y te darás cuenta de que me echas de menos.

Hay historias que nunca acaban pero, del mismo modo, hay otras que nunca llegaron a empezar. Te deseo lo mejor a ti, y a quien te dejó marchar, por hacernos libres.



Elvira Rodríguez.




No te quedes en un lugar donde no puedas florecer, aunque te guste.

- M. Sierra


martes, 1 de marzo de 2016


Camino por las calles
sin miedo,
libre como las nubes,
libre como la lluvia,
vuelo y regreso como las golondrinas.
me importa un carajo si el tren lleva prisa,
si los años amenazan con dejarme sin besos,
sin caricias,
y con espacio de sobra en mi cama.
Disfruto un día a la vez,
disfruto una puesta de sol,
una siesta en el sofá,
una tarde sin sostén y con el cabello suelto.
un libro, 
de mi música favorita, 
de un café.
sueño, 
río,
canto,
soy feliz...
Me amo a plenitud 
no por egocéntrica 
sino porque no hay alguien que valga la pena 
y merezca este amor, 
estos labios...
en fin, esta vida.


Pedro Gómez