domingo, 15 de junio de 2014


Estaba perdido, flotando sobre las propias líneas
que escribía en versos que reflejaban la tristeza
de un sentimiento vano que resistía a morir.
Era el silencio, testigo mudo del vacío que me consumía
y que lentamente adormecía los deseos de un corazón
por volver a amar con esa esencia de ternura y pasión.
Hasta que vi unos ojos, unos ojos hermosos
que me iluminaron el rostro con tanta magia
como cuando el sol en el horizonte da vida a un nuevo día.
Y pudieron esos ojos dibujar una sonrisa en mi cara,
pues con la candidez de un alma pura, casi angelical,
desvaneció los temores de mi corazón por volver a amar.
Nunca vi unos ojos tan bellos, tan místicos como esos
que desde ese instante me hicieron sentir de nuevo
la fuerza del amor que hoy llevo seguro en mi.
Y otra vez, como al inicio, estaba de nuevo perdido,
mas esta vez, todo alrededor de mí era totalmente distinto:
estaba perdido, perdido en esos ojos… pero era feliz.”

Gustavo Adolfo Avendaño Meza

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