"Tenía
unas ganas terribles
de decirle, como la
más trivial
de las mujeres: ¡no
me abandones,
no dejes que me
vaya,
dómame,
esclavízame, sé fuerte!
Pero eran palabras
que no podía
y no sabía
pronunciar.
Después de
abrazarlo lo único que
dijo fue “estoy tan
contenta de estar contigo”.
Era todo lo que
podía decir
una persona de un
carácter tan reservado como el de ella."
Milan Kundera
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