martes, 20 de septiembre de 2011

La importancia del perdón

El camino para aprender a amar es "Perdonando", quien desea crecer en el amor lo logra amando en el perdón. Perdonar es el camino de la liberación, el que auténticamente se libera es quien perdona, echando fuera de su alma al rencor y la venganza que solamente lo envilece y lo consume. Perdonar a pesar de tener razón y mil justificaciones para no hacerlo, se atreve a pronunciar en el interior del corazón "Perdón". Perdonar cuando te han ofendido y humillado es cuando se manifiesta la grandeza del corazón del ser humano. Solamente el que ama auténticamente puede decir "te perdono y lo olvido".Perdonar es cuando a pesar de sentirse ofendido te atreves a dar una sonrisa de amor. Deja hoy tus rencores, tu venganza que anhela ver al que te ha ofendido de rodillas pidiendo clemencia, deja hoy ese fuego que enciende tu cólera y abraza tu ser de rabia y de rencor, cuando ha sido pisoteado tu orgullo y has sido lastimado en lo más profundo, cuando deseas con todas tus fuerzas ver fulminado al que te ha ofendido Te pregunto, ¿Serás hoy capaz de perdonar a ese amigo tuyo que te traicionó, aquella ofensa de alguien que creías no te podía fallar y hoy le puedes demostrar que lo amas? ¿Serás hoy capaz de llenar tu alforja de olvido, y salir al encuentro con lo único que le puedes ofrecer, tu perdón y continuar tu camino de paz al encuentro de Dios? Hoy libérate y camina como un niño extraviado a los brazos de una madre llena de amor, como el ciego al encuentro de la luz. Hoy perdona y olvida, eleva tu alma a las estrellas y encuentra la paz.

La bailarina

Una joven había tomado clases de ballet durante toda su infancia, y había llegado el momento en que se sentía lista para convertir su afición en profesión. Deseaba llegar a ser una primera bailarina y quería comprobar si poseía las cualidades necesarias, de manera que, cuando llegó a su ciudad, una gran compañía de danza fue al teatro y habló con el director. -Quisiera llegar a ser una gran bailarina-, le dijo, -pero no sé si tengo el talento necesario o qué me hace falta para conseguirlo-. -Hazme una demostración, le dijo el director. Pero apenas había bailado unos segundos, la interrumpió, moviendo la cabeza en señal de desaprobación-. -No, usted no tiene las condiciones necesarias-, le dijo. La joven llegó a su casa con el corazón desgarrado, arrojó las zapatillas de baile en lo más profundo de un armario y no volvió a calzarlas nunca más. Se casó, tuvo hijos y cuando se hicieron un poco mayores, empezó a trabajar como cajera en un supermercado. Años después asistió a una función de ballet y a la salida se topó con el viejo director, ella lo saludó y le recordó la charla que habían tenido años antes, le mostró fotografías de sus hijos y le comentó de su trabajo en el supermercado, pero al final, antes de despedirse, le preguntó. -¿Cómo pudo usted saber tan rápido que yo no tenía condiciones de bailarina? -¡Ahhh! apenas la miré cuando usted bailó delante de mí, simplemente le dije lo que siempre le digo a todas, le contestó. -¡Pero eso es imperdonable! exclamó ella, ¡usted arruinó mi vida, pude haber llegado a ser primera bailarina! -No lo creo, repuso el viejo maestro. Si hubieras tenido las dotes necesarias y una verdadera vocación para bailar, no habrías prestado ninguna atención a mi comentario. “Sin duda, si te crees perdido, estás perdido y si crees que no puedes, no podrás. Si quieres hacer algo pero lo crees imposible, no creo que triunfes jamás. En la vida no sólo el valiente o el veloz triunfa, al final el que vence es el que cree que es posible”